Las vestimentas femeninas
durante la Edad Media son extremadamente recatadas.
El cuerpo, sólo y en el exclusivo caso de la mujer (porque en el caso del
hombre es prácticamente todo lo contrario), se convierte en un instrumento de provocación y de pecado, y aunque las vírgenes sean
adoradas, las mujeres de carne y hueso tenían que vivir dominadas por unos
extremos códigos de vestimenta.
Como curiosidad, se
destaca el completo desuso del
maquillaje, ya que el hombre de la Edad Media rechazaba cualquier tipo de manipulación a la naturaleza, aunque fuera simplemente por pintar la cara
de la mujer, porque la naturaleza es un ámbito que depende por completo de
Dios, y el hombre no tiene ningún derecho a modificarla. Además la piel es especialmente significativa, recordemos que la tez blanca es uno
de los símbolos de este canon estético, y se convierte en uno de los símbolos
de la pureza de la mujer.

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